domingo, 28 de julio de 2013

De niño

De niño soñaba que tenía un carro de madera que cabía en la palma de la mano, perfectamente labrado para que se notara que estaba fabricado en madera y al impulsaba por las calles y al pasarlo por un charco el carro mágicamente tomaba el tamaño necesario ser mi medio de transporte. Era una cosa maravillosa porque cuando ya no lo necesitaba solo bastaba pasarlo nuevamente por un charco para que tomara de nuevo el tamaño de mi juguete más preciado.  Cuanto me gustaba ese sueño…

Pensando en eso me preguntaba del porque los seres humanos al crecer cambiamos tanto, siempre los niños perdonan, no guardan rencor en su corazón, dan oportunidades se expresan con transparencia expresando lo que sienten en el corazón. Un par de niños desconocidos al inicio son tímidos pero al rato, se hacen amigos, juegan y muy seguramente alguno termina llorando el juego termina, pero al rato sin importarlo que hubiera pasado se reúnen nuevamente y juegan sin rencores ni resentimiento.

Al crecer los seres humanos acumulamos (re)sentimientos y contradicciones que oprimen el corazón y restringen la libertad.


Y si a pesar de que caiga la arena, mantenemos la pureza en el corazón???

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