lunes, 25 de febrero de 2013

Una reflexión para cerrar el círculo


Cuando supe que nunca más iba a tenerla, enloquecí: Antes que pase un segundo habrás muerto cien mil veces, dice una frase del Corán y yo tuve que vivirla. No había dejado de amarme pero su amor estaba enfermo y no soportaba mi presencia. Vi todo el dolor en sus ojos, todas mis traiciones y mentiras, yo era la persona entre ella y yo, el rival imposible. Entonces, cuando ya no importaba, estalló mi amor: su amor enfermo no hacía resistencia y el mío fue hacia ella como un rayo pero ella estaba cerrada. Y mi amor se quedó conmigo y hubo gotas de sangre en mi silencio. Ella se alejó y yo entré al cuarto frío, el menos florido de todos los manicomios, y todavía no salgo.

Como no tengo a quién odiar lo odio a él, como no hay culpable lo culpo a él, como no hay enemigo le convierto a él en enemigo. Mi amor es sobrenatural, un pecado sin dios, una telenovela sin fin, un nuevo comercial de margarina. Como a quien debo matar es a mí, mato el amor. Como soy el incendiario, el innombrable, lo nombro a él. Como no he podido explicarle a ella cuánto la amo, se lo explico al mundo.

De 
Érase una vez el amor pero tuve que matarlo

domingo, 17 de febrero de 2013

En la vida, todos queremos tocar el cielo.




Hace algunos días tuve la oportunidad hace mucho planeada –tal vez soñada- de hacer paracaidismo, para me caso de primípara y neófito pude hacer tándem,  que es saltar acompañado de un instructor encargado de maniobrar el paracaídas.  





Lo primero y básico, fue llegar a Flandes, en el departamento del Tolima, no sé si siempre tiene un cielo tan despejado que se pueden ver algunas estrellas en meridiano. Ya en el aeropuerto de Flandes ubicas el grupo con quienes quieras saltar(por cierto, es mejor realizar la reserva con tiempo) y aguantar el calor mientras despegas. 

La avioneta es un aparato como de película, siempre con la puerta abierta, subir a buscar la altura necesaria es un placer, se sienten muchas cosas. Ansiedad, nervios entre otras cosas pero de las cuales hablaré más adelante. La aeronave sube   en espiral hasta una altura aproximada de 6000 pies hasta ubicarse exactamente sobre el aeropuerto, llegando a esa altura la avioneta va a determinada velocidad, pero de un momento a otro parece quedar estática en el aire para dar tiempo a saltar (Particular sensación extraña). Ya en ese momento es hora de saltar (Para mi poco placer fui el primero en saltar)  lo primero es ubicarse en la entrada, donde se observa mirando al frente el azul claro del cielo, con algunos blancos como copos de nieve, mirando para abajo se ve el magdalena y la población de Flandes y Girardot.


Y por fin saltando, una caída libre de aproximadamente 30 segundo, a una velocidad que no puedo definir, pero sumando mi peso + el del instructor y la gravedad se puede despejar la ecuación. En todo caso es muy rápido,  después de eso se abre el paracaídas y se inicia un descenso suave y calmado, por cuestiones de comodidad, aterrizaje no es tan cómodo como se quisiera pero no es traumático. 



Que se siente? Cuál es la sensación?   Sin duda esa pregunta NO se puede responder, cada quien vive su viaje como lo perciba y como lo sienta, es como tomar un trago de agua y sentir la sensación y el placer profundo  de hacerlo valorando todo lo que está detrás de cada gota mientras que para alguno es simplemente agua.






Ya después me comentaron que hacen saltos a final de año en Santa Marta, razón más que suficiente que me motivo para iniciar el curos de paracaidista. No me imagino poder saltar en solitario teniendo en el horizonte la Sierra Nevada de Santa Marta y a los pies, muy  a los pies (Me dicen que los saltos allá están a los 10000 y 12000 pies de altura) el Parque Tayrona difuminado por el azul oscuro del mar.  Próximamente inicio el curso son 7 saltos que seguro podré disfrutar mucho más que este para estar preparado para el final del año. 




Y como dijimos al inicio, en la vida todos queremos tocar el cielo y esta es mi primera, ya vendrás más de diferentes formas. 


viernes, 1 de febrero de 2013